Pascua no es el final de una historia bonita. Es el comienzo de una vida transformada.
Reportero - 20 de abril de 2025 - 01:00 pm
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El Domingo de Resurrección se celebra cada año en una fecha distinta, determinada por el calendario lunar: el primer domingo después de la primera luna llena tras el equinoccio de primavera (en el hemisferio norte).
La noche anterior, la Iglesia celebra la Vigilia Pascual, descrita por el Misal Romano como la «madre de todas las santas vigilias».
Es una liturgia rica en símbolos, lecturas, luz y promesas renovadas.
El centro de toda celebración pascual es Cristo resucitado. La Iglesia, que durante la Cuaresma vivió el desierto, ahora se reviste de gozo y luz.
En la Vigilia Pascual, se enciende el cirio pascual, símbolo de Cristo Luz del mundo; se proclama el pregón pascual, se recorren las grandes etapas de la historia de la salvación a través de las lecturas, se celebra el bautismo o se renuevan las promesas bautismales.
Durante todo el día de Pascua, y en los cincuenta días siguientes, la Iglesia vive el tiempo pascual, una prolongada celebración de la vida nueva en Cristo, que culminará con Pentecostés.
En muchas regiones, esta solemnidad se vive también con expresiones culturales y familiares: comidas festivas, saludos tradicionales, regalos o actividades que expresan alegría y renovación.
Lo importante es que estas formas externas nazcan de una experiencia interior: la certeza de que Cristo vive.
La Resurrección no es solo un evento del pasado. Es un acontecimiento que atraviesa el tiempo y sigue actuando en la historia personal de cada uno.
Como dice San Pablo, «si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él» (Rm 6,8). Esa es la promesa: que todo lo que en nosotros parece muerto puede ser tocado por la gracia y renacer.
Tal vez hoy tu Pascua consista en pedir perdón, dar un paso de fe, empezar de nuevo. Tal vez sea volver a orar, perdonar a alguien, abrir tu corazón al Amor que no se rinde.
«La Resurrección de Cristo es la fuente de una esperanza que no defrauda» (Papa Francisco). Aunque no lo veamos todo claro, aunque nos cueste sentir alegría, la fe no es solo emoción: es adhesión confiada a Aquel que venció la muerte.
Pascua no es el final de una historia bonita. Es el comienzo de una vida transformada.
©El Monitor de Parral
Fuente: https://elmonitordeparral.com/spip.php?article26941
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