Jóvenes dejan atrás la tradición culinaria de Semana Santa.
Reportero - 12 de abril de 2025 - 08:00 am
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Con el inicio del Miércoles de Ceniza arranca también la temporada de Cuaresma, una época marcada por la preparación de platillos tradicionales que han acompañado a generaciones de familias mexicanas.
Sin embargo, esta costumbre parece estar desapareciendo entre las nuevas generaciones, especialmente entre los jóvenes menores de 30 años, toda vez que los platillos típicos desaparecen poco a poco de los hogares y menús.
María de los Ángeles Pérez, mejor conocida como doña “Geno”, ha dedicado gran parte de su vida a vender ingredientes para estos alimentos en su tienda donde aún se pueden encontrar las famosas bolsitas con “los siete cajetes”: chacales, pipián, camarón molido, habas, lentejas, nopales y otros insumos esenciales de la temporada.
“No vienen como antes. Solo las personas mayores, de 40 para arriba. Las mujeres jóvenes ya no se paran a comprar estos productos”, lamenta doña Geno, quien recuerda con nostalgia los años en que su mercancía se vendía por montones y había varios comerciantes como ella.
La señora Rosa Elena de la Hoya Villarreal, cliente habitual, comparte la misma percepción. “Ahora tengo que hacer dos tipos de comida: una para mis hijos, que no comen de esto, y otra para mi esposo y para mí. Antes todo era comida de Cuaresma”, relata mientras compra tres bolsitas de pipián y tres de chacales.
En algunos establecimientos de comida la situación es similar. Margarita, una de las cocineras, comenta que el menú ahora se divide entre platillos típicos de Cuaresma y opciones con carne roja. “Los jóvenes ya no piden comida de Cuaresma. Si no les das carne, no comen”, asegura.
El cambio generacional y los nuevos hábitos alimenticios están desplazando poco a poco estas tradiciones. Hoy en día, preparar platillos como tortitas de camarón, capirotada, pipián o nopales ya no es común en muchos hogares, y para algunos, solo se cocinan por nostalgia o como homenaje a la costumbre familiar.
La pérdida de esta tradición culinaria no solo representa un cambio en la dieta, sino también una desconexión cultural que podría hacer que, en una o dos décadas, los sabores de la Cuaresma sobrevivan únicamente en los recuerdos de quienes aún los saborean.
©El Monitor de Parral
Fuente: https://elmonitordeparral.com/spip.php?article26667
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